LES FONTS DE BENIDORM
Benidorm uno de los exponentes del desarrollo turístico del siglo XX, criticado por unos y símbolo del crecimiento sostenible por otros, guarda en las faldas del Puig, algunos de los episodios fundamentales en este crecimiento turístico. El principal objetivo de todos los asentamientos humanos en buscar una fuente limpia y constante de agua, para conseguir la ciudad del turismo que hoy encontramos fue necesario el aporte de agua desde diferentes manantiales que se situaban en el extrarradio de la ciudad.
Con restos de asentamientos, íberos, romanos y por supuesto árabes, la font del Lliriet y de Carreres fueron la primera opción desarrollada que aportaba este bien tan importante en la sociedad moderna. Si es cierto que con el boom turístico de los años 60-70 se tubo que cambiar esta opción que no era abasto suficiente para las necesidades de este monstruo turístico que se había engendrado.
Una ruta sencilla que parte de la cv 70, de la casa de los peones camineros en la rotonda donde se inicia la cv 758 que sube a Finestrat. Y que guarda un gran atractivo para los que somos de esta tierra y nos gusta conocer los retazos de la historia que conforman lo que hoy somos.
FICHA TÉCNICA:
FECHA: 20-4-2014
DISTANCIA: 13.1 km
DURACIÓN: 4:00 horas Ritmo muy tranquilo, muchas paradas para fotos y ver las curiosidades de la ruta.
MODALIDAD: Senderismo.
TIPO DE RECORRIDO: Circular.
DIFICULTAD FÍSICA: Baja. Es una ruta corta y sin mucho desnivel. Ideal para todos los públicos.
DIFICULTAD TÉCNICA: Baja. No presenta ningún paso complicado. Solo hay un tramo fácil pero sin senda para bajar a la casa de Thous.
ORIENTACIÓN: No es una ruta organizada y por supuesto no está señalizada, requiere conocer algo la zona, ya que hay infinidad de caminos.
TIPO DE VÍA: Pista ancha, asfalto y senda bien pisada. Algún tramo fuera pista.
ÉPOCA APROPIADA: Todo el año.
EQUIPO NECESARIO: Material de senderismo: zapatillas de trail running, algo de comida (fruta, barritas,etc) agua y ropa transpirable. Gorra y gafas de sol.
LA RUTA: Descárgate la ruta para gps.
RUTA FOTOGRÁFICA: Mírame
PUNTOS DE INTERÉS: Font del Lliriet. Es un sitio verdaderamente curioso para disfrutar y refrescarse.
DESNIVEL POSITIVO: Partimos de 135 metros en el inicio de la ruta.. La altura máxima es de 441 en la font de Carreres. Tenemos un desnivel acumulado de 441 m.
INICIO DE LA RUTA: Tomaremos la cv 70 entre Benidorm a la Nucía. Llegaremos a la rotonda que enlaza con Finestrat cv 758. Es muy característica porque tiene una casa en el centro de la rotonda. La pasamos y a 50 metros veremos a nuestra derecha una zona comercial con un parking en la misma puerta. Este será el punto de inicio. Desde aquí cruzaremos la cv 70 y nos acercaremos en la rotonda, entre dos casas sale una pequeña senda que nos baja al barranco de Lliriet.
CRÓNICA:
Un buen grupo de amigos nos hemos juntado para entre todos re-descubrir esas zonas de Benidorm muy pocos conocidas. A raíz de un proyecto del ayuntamiento de Benidorm, se han dado a conocer algunas rutas cercanas a los lindes con los pueblos de Finestrat y la Nucía y como en este caso, reflejan la importancia de estás zonas por el control de los acuíferos y barrancos que aportaban el agua a los pueblos.
Capitán Trueno, Ms. Moustache, Fransisco, Golondro, El Cañero, Worthy y Adrian Herrero, un numeroso grupo que entre todos aportaremos los conocimientos de la zona para hilvanar una bonita ruta.
Para la crónica de hoy vamos a contar con el estupendo narrador Adrian Herrero que ha hecho un estupendo reportaje, con el consiguiente aporte de investigación histórica y una detallada descripción de lo acontecido, por tanto yo me he limitado a adjuntarle las fotos de la jornada y os dejo con su texto que espero disfrutéis tanto como yo.
Ocho expertos senderistas, guiados por Miguel, salen en busca de los orígenes del agua de la que Benidorm se abastecía. Parten de un aparcamiento cercano a la rotonda de la carretera que va a La Nucia, de la que arranca la que lleva al pueblo de Finestrat y una bonita construcción recuerda a los esforzados “peones camineros”. El barraco de Lliriet será su compañía en el caminar. Cuando el sendero desaparece, “a campo a través”, por un terreno cuajado de plantas aromáticas que les impregnan con sus aromas, alcanzan la finca o masía Thous.
Hoy, ruinas de mucho empaque y superficie, que, en tiempos, fue centro de instalaciones agrícolas e hidráulicas importantes; incluso visitada por hombres ilustres. Emilio Castelar parece que lo hizo. “Una finca que tenía aprisco de encerrar ganado, cuadras, bodega y pajar y en el interior cofres, pupitre y también librería, y, además de diez criados de la casa, se alojaban cuatro sirvientas”. El suministro de agua a la casa se hacía por medio de una acequia, en parte viaducto, hoy cubierta de vegetación, desde una gran cisterna de piedra en el barraco. Las crónicas hablan que estaba asentada sobre una antigua alquería árabe.
Con esfuerzo, salvan el barranco y suben hasta una construcción, con sillares de piedra bien trabajados, que, como un imán, les atrae. Es la entrada a una galería de agua de no menos 25 metros de longitud que tiene al final un pozo y una gran balsa. Balsa que, “A ojo de buen cubero”, dicho que recoge la pericia de los fabricantes de cubas que, sin metro para medir, las hacían todas de la misma capacidad, puede ser de 60 por 40 mts, y 10 de profundidad, con muros de 3 metros de espesor. Por su gran capacidad, más de 20.000 metros cúbicos, y sus características, considerada por algunos la mayor de España. No lejos, al borde del barranco, una sólida construcción de muchos metros de altura, pudiera ser la gran cisterna que alimentaba de agua la casa.
Sobre la balsa, su propietario y las aguas de la zona, está escrito. “En 1843 el alcalde de Benidorm, José Thous, determina que se compre el agua para la ciudad en la zona de Lliriet, justo en la propiedad de su hermano, donde hay una gran balsa. Pasan los años y el nuevo alcalde, Berdín, por disputas políticas, cambia el abastecimiento por el agua de Carreres y vuelve el sistema de trasporte por cántaros”.
También los senderistas vuelven sobre sus pasos y marchan hasta la masía del Altet que en lo alto se hace notar. Una buena edificación que domina la zona, acercando la visión de Benidorm a los senderistas. Dedicada a establos, la basura se acumula en todas sus habitaciones, dejado ver en las ventanas unas bonitas rejas. Adosado a ella, un horno de cocer con la boca en el interior, junto al hogar, hoy lleno de excrementos.
Los caminos se han perdido y hay que seguir la andadura por bancales abandonados donde viejos algarrobos enseñan sus negros troncos. Saludan a un agricultor-hortelano que vigila una llamativa huerta con patatas, cebollinos, habas y otras hortalizas que se riegan con una tubería de plástico de no mucho diámetro. No lejos, la balsa que proporciona el agua. Un conglomerado de cañas y maleza que no permiten ver el agua, pero sí escucharla caer de forma abundante. Un paraíso para ranas, sapos y batracios.
La marcha continúa. Todavía les falta visitar, bajo el nombre de Lliriet, una balsa de regular tamaño pero seca, una fuente de caño abundante y una masía de buena estampa. La fuente es espectacular, aunque, acaso, no se entienda su sólida construcción para conseguir que un chorro de agua aflore. Pero alguna razón habrá, como también razón han de tener esos pozos repartidos por la zona que, según los entendidos, servían para vigilar el paso del agua por las canalizaciones existentes.
La fuente, a unos metros de profundidad, y las galerías que le acompañan, bien merece una fotografía, que Miguel, con disparador, para que no falte ninguno, hace.
Como también merece una fotografía el monumental edificio, en buen estado, que hasta piscina y parking cubierto tiene. Da la sensación de haber sido el proyecto de su adaptación a hotel o restaurante, que los recortes económicos han dejado para mejor ocasión.
El último objetivo, la fuente y balsa de Carreres no está lejos. Hasta llegar a ellos, descubren nuevas conducciones de agua y pozos, llamemos, de inspección, que les conduce a una presa de tamaño medio y aguas cristalinas que rebosa e inunda una zona verde donde los juncos son sus principales ocupantes. Pero los senderistas no se conforman con ello. Cruzan la zona encharcada y suben a visitar la fuente en el interior de una sólida construcción, como todas las de la zona, muy bien ejecutada, lo que da idea de la importancia que tuvieron.
Las buenas sensaciones y el haber caminado algo más de dos horas bien merecen un descanso y un bocado, que hacen bajo un grueso pino, a la vera de un monte que parece estar llamándoles. Son prudentes. Dejan la subida a su cúspide para mejor ocasión e inician el descenso por un camino más cómodo: una larga senda entre pinos y unas anchas pistas forestales.
En su descansado caminar, recuerdan lo que estos parajes, hoy solos y abandonados, pudieron haber sido, no muchos años atrás. Acaso en las décadas 50 y 60 del pasado siglo. Gentes y animales trabajando los bancales; casas habitadas desprendiendo humo por sus chimeneas; eras repletas de doradas mieses; rebaños triscando por los montes y agua, desprendida de las balsas, corriendo por las acequias. Posiblemente todo lo que va del Benidorm de los rascacielos que se divisa junto al mar, y al otro Benidorm, al que apagaba su sed con el agua de estos montes.
Cuando se cumplen 4 horas y tras un recorrido de unos de 14 kms, con mucha historia en sus retinas, los senderistas llegan a los coches, e inician el regreso a casa.
Un buen grupo de amigos nos hemos juntado para entre todos re-descubrir esas zonas de Benidorm muy pocos conocidas. A raíz de un proyecto del ayuntamiento de Benidorm, se han dado a conocer algunas rutas cercanas a los lindes con los pueblos de Finestrat y la Nucía y como en este caso, reflejan la importancia de estás zonas por el control de los acuíferos y barrancos que aportaban el agua a los pueblos.
Capitán Trueno, Ms. Moustache, Fransisco, Golondro, El Cañero, Worthy y Adrian Herrero, un numeroso grupo que entre todos aportaremos los conocimientos de la zona para hilvanar una bonita ruta.
Para la crónica de hoy vamos a contar con el estupendo narrador Adrian Herrero que ha hecho un estupendo reportaje, con el consiguiente aporte de investigación histórica y una detallada descripción de lo acontecido, por tanto yo me he limitado a adjuntarle las fotos de la jornada y os dejo con su texto que espero disfrutéis tanto como yo.
En busca del agua. El barranco de Lliriet. (19-04-2014). Adrian Herrero Casla
Ocho expertos senderistas, guiados por Miguel, salen en busca de los orígenes del agua de la que Benidorm se abastecía. Parten de un aparcamiento cercano a la rotonda de la carretera que va a La Nucia, de la que arranca la que lleva al pueblo de Finestrat y una bonita construcción recuerda a los esforzados “peones camineros”. El barraco de Lliriet será su compañía en el caminar. Cuando el sendero desaparece, “a campo a través”, por un terreno cuajado de plantas aromáticas que les impregnan con sus aromas, alcanzan la finca o masía Thous.
Hoy, ruinas de mucho empaque y superficie, que, en tiempos, fue centro de instalaciones agrícolas e hidráulicas importantes; incluso visitada por hombres ilustres. Emilio Castelar parece que lo hizo. “Una finca que tenía aprisco de encerrar ganado, cuadras, bodega y pajar y en el interior cofres, pupitre y también librería, y, además de diez criados de la casa, se alojaban cuatro sirvientas”. El suministro de agua a la casa se hacía por medio de una acequia, en parte viaducto, hoy cubierta de vegetación, desde una gran cisterna de piedra en el barraco. Las crónicas hablan que estaba asentada sobre una antigua alquería árabe.
Con esfuerzo, salvan el barranco y suben hasta una construcción, con sillares de piedra bien trabajados, que, como un imán, les atrae. Es la entrada a una galería de agua de no menos 25 metros de longitud que tiene al final un pozo y una gran balsa. Balsa que, “A ojo de buen cubero”, dicho que recoge la pericia de los fabricantes de cubas que, sin metro para medir, las hacían todas de la misma capacidad, puede ser de 60 por 40 mts, y 10 de profundidad, con muros de 3 metros de espesor. Por su gran capacidad, más de 20.000 metros cúbicos, y sus características, considerada por algunos la mayor de España. No lejos, al borde del barranco, una sólida construcción de muchos metros de altura, pudiera ser la gran cisterna que alimentaba de agua la casa.
Sobre la balsa, su propietario y las aguas de la zona, está escrito. “En 1843 el alcalde de Benidorm, José Thous, determina que se compre el agua para la ciudad en la zona de Lliriet, justo en la propiedad de su hermano, donde hay una gran balsa. Pasan los años y el nuevo alcalde, Berdín, por disputas políticas, cambia el abastecimiento por el agua de Carreres y vuelve el sistema de trasporte por cántaros”.
También los senderistas vuelven sobre sus pasos y marchan hasta la masía del Altet que en lo alto se hace notar. Una buena edificación que domina la zona, acercando la visión de Benidorm a los senderistas. Dedicada a establos, la basura se acumula en todas sus habitaciones, dejado ver en las ventanas unas bonitas rejas. Adosado a ella, un horno de cocer con la boca en el interior, junto al hogar, hoy lleno de excrementos.
Los caminos se han perdido y hay que seguir la andadura por bancales abandonados donde viejos algarrobos enseñan sus negros troncos. Saludan a un agricultor-hortelano que vigila una llamativa huerta con patatas, cebollinos, habas y otras hortalizas que se riegan con una tubería de plástico de no mucho diámetro. No lejos, la balsa que proporciona el agua. Un conglomerado de cañas y maleza que no permiten ver el agua, pero sí escucharla caer de forma abundante. Un paraíso para ranas, sapos y batracios.
La marcha continúa. Todavía les falta visitar, bajo el nombre de Lliriet, una balsa de regular tamaño pero seca, una fuente de caño abundante y una masía de buena estampa. La fuente es espectacular, aunque, acaso, no se entienda su sólida construcción para conseguir que un chorro de agua aflore. Pero alguna razón habrá, como también razón han de tener esos pozos repartidos por la zona que, según los entendidos, servían para vigilar el paso del agua por las canalizaciones existentes.
La fuente, a unos metros de profundidad, y las galerías que le acompañan, bien merece una fotografía, que Miguel, con disparador, para que no falte ninguno, hace.
Como también merece una fotografía el monumental edificio, en buen estado, que hasta piscina y parking cubierto tiene. Da la sensación de haber sido el proyecto de su adaptación a hotel o restaurante, que los recortes económicos han dejado para mejor ocasión.
La captación del agua que aporta el Puig Campana en esta zona no es nueva. Ya lo hicieron los íberos, romanos y árabes. También los cristianos de todos los tiempos, llegando a ser, en el siglo XIX, la base del suministro de agua a Benidorm. Hay que agradecer a Pere, conocedor de la problemática del agua en la zona que, con su saber sobre el tema, aclaró muchos puntos.
Las buenas sensaciones y el haber caminado algo más de dos horas bien merecen un descanso y un bocado, que hacen bajo un grueso pino, a la vera de un monte que parece estar llamándoles. Son prudentes. Dejan la subida a su cúspide para mejor ocasión e inician el descenso por un camino más cómodo: una larga senda entre pinos y unas anchas pistas forestales.
En su descansado caminar, recuerdan lo que estos parajes, hoy solos y abandonados, pudieron haber sido, no muchos años atrás. Acaso en las décadas 50 y 60 del pasado siglo. Gentes y animales trabajando los bancales; casas habitadas desprendiendo humo por sus chimeneas; eras repletas de doradas mieses; rebaños triscando por los montes y agua, desprendida de las balsas, corriendo por las acequias. Posiblemente todo lo que va del Benidorm de los rascacielos que se divisa junto al mar, y al otro Benidorm, al que apagaba su sed con el agua de estos montes.
Cuando se cumplen 4 horas y tras un recorrido de unos de 14 kms, con mucha historia en sus retinas, los senderistas llegan a los coches, e inician el regreso a casa.
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